Hay ciertas cosas de lógica elemental en las que es difícil disentir: primero viene la madre y después el hijo, primero hacemos una torta y después la decoramos, primero se promulga una ley y después se la reglamenta...
En el mismo sentido, nos parece más que natural que en la última asamblea extraordinaria se haya postergado el tratamiento de la reforma del Código de Ética hasta que se tomara una decisión final sobre la conveniencia o no de reformar la Ley 20.305.
Hoy nos sorprendemos con un fenómeno inesperado: se convoca a una asamblea extraordinaria del CTPCBA para modificar el Código de Ética en agosto. Mientras tanto, las mismas autoridades promueven un proyecto de reforma de la Ley 20.305, aparentemente para ser tratado en otra asamblea extraordinaria dentro de unos meses.
La primeras preguntas que surgen naturalmente son:
¿Esto significará que el CD ha abandonado finalmente la idea de reformar nuestra ley 20.305?
¿Si se continúa con esa pretensión, y se llega a reformar la ley, se llamará a otra asamblea extraordinaria para volver a modificar el código de ética y adaptarlo a la nueva normativa?
¿Hay alguna razón urgente para modificar el Código de Ética antes de decidir sobre la Ley, además de que “data del año 1991”?
¿O quizás hay otra razón que se nos escapa al común de los mortales?
No queremos aventurar especulaciones, pero la falta de sentido común de esta medida, unida al cariz de algunos de los artículos propuestos, nos llaman a mantenernos informados y en estado de alerta.
«Ah, insensatez que você fez...!»
«Ah, insensatez que você fez...!»
La Bitácora de los Traductores Públicos
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